viernes

El espacio epistemológico de la Psicología (Adriana Sulle)

“Dos árboles unidos por las cúpulas desgarraron en dos
el cuerpo del viejo príncipe, todo sistema científico
se verá desgarrado si se une a dos troncos distintos…”
Vigotsky (1991 p.386)


Introducción

El propósito del presente recorrido es aportar ideas que ayuden a esclarecer algunos de los problemas visibilizados en la producción de discursos y saberes de nuestra disciplina, con el objetivo de contribuir a la reflexión y desnaturalización de concepciones sobre las que se ha basado su entretejido teórico y poder hacer visible un espacio epistemológico de la Psicología.

Creemos necesario instalar algunas reflexiones sobre la fragmentación y diversidad del conocimiento psicológico como así también sobre la controvertida identidad de la disciplina para poder entenderla como una práctica social y discursiva.

Tenemos la intención de dilucidar algunas de las razones probables por las que la historia de las producciones teóricas y prácticas realizadas en el campo de la Psicología, como así otros conocimientos de las ciencias sociales y humanas surgidas en los siglos XIX y XX, han quedado cuestionadas en su calidad de conocimientos científicos según posturas epistemológicas de su tiempo.

Consideramos además algunas teorías y escuelas psicológicas que construyeron discursos no debatidos ni cuestionados porque resultaron confiables para los parámetros epistemológicos de su época y trataremos de analizar algunos motivos de esta aceptación.

Intentamos revisar la construcción de discursos en la Psicología desde posibles conexiones con formas y/o espacios de poder. En concordancia con este objetivo partimos de la premisa que en distintas épocas los saberes valorados como científicos estuvieron relacionados con espacios de poder.
En este sentido seguimos al filósofo francés Michael Foucault (1926-1984) quien opinó que los discursos sustentables existirían por estar avalados por determinadas formas de poder. Los discursos según Foucault (1973 citado en Terán, 1995, p. 99) están conformados por un conjunto regular de hechos lingüísticos en determinado nivel y polémicos y estratégicos en otro. Para el autor los saberes no obtienen verdadero reconocimiento si carecen de dispositivos de poder que los sustenten. Siguiendo esta línea, el autor aclara que: si bien Saber y Poder son muy diferentes, en la práctica social nunca funcionan separados el uno sin el otro.

Por otra parte, desarrollamos algunas posturas epistemológicas que discuten sobre la naturaleza de la ciencia y mantienen entre sí posturas diversas y a veces controvertidas sobre esta temática.

Aclaramos que no pretendemos realizar más que un breve recorrido ya que un análisis exhaustivo excedería el propósito de este trabajo, que tiene como objetivo aportar algunas reflexiones introductorias sobre el espacio epistemológico de la psicología.


Conocimiento y Poder

La idea de que la producción del conocimiento fue independiente de los espacios de poder de cada época, estuvo arraigada tanto en el transcurrir de las etapas filosóficas Antigua y Media como también en la Modernidad, época en la que surge y se desarrolla un tipo de conocimiento que implicó una nueva racionalidad.

En los inicios de la historia del conocimiento occidental observamos que los clásicos griegos (S VI al IV A.C.) ya diferenciaban dos tipos de conocimientos: Episteme y Doxa. Con la Episteme hacían referencia a un saber fundamentado, sistemático, reflexivo, verdadero, pero considerado desinteresado y alejado de cualquier forma de poder.

Pero los filósofos que exaltaron la Razón como forma de conocimiento pertenecían a clases altas de la población que era la que detentaba el poder. Uno de los principales pensadores de esa época Platón, pensó el alma con forma tripartita compuesta por: la racionalidad, lo concupiscible y lo pasional. La racionalidad era una cualidad de los filósofos, en cambio a los trabajadores les concedió lo concupiscible y lo pasional. De esta manera justificó la inaccesibilidad de estas “clases bajas” a la Episteme limitándolas a otro conocimiento: la Doxa, relacionado con la opinión y que caracterizaba un saber no fundamentado, espontáneo, no sistemático y a- crítico.

En la Edad Media (S V al XV) se produjo una subversión del valor de la razón sostenida por los griegos clásicos y las vinculaciones entre Saber y Poder fueron claramente visibles. El sistema del pensamiento medieval se basó en la búsqueda de explicaciones que armonizaran Razón y Fe. Son abundantes en la historia los ejemplos de autores que fueron perseguidos por plantear teorías que cuestionaron preceptos sostenidos por la Iglesia, institución que detentaba el poder. Una muestra paradigmática fue el filósofo italiano Giordano Bruno (1548-1600) condenado por la inquisición romana a morir en la hoguera, por considerarse sus producciones contrarias al catolicismo. El pecado de Bruno, según Cassirer, (1945) fue revalorizar el papel inagotable e ilimitado de la razón, en correspondencia con Copérnico creador de la teoría Heliocéntrica, que inauguró la posibilidad de pensar un nuevo orden del universo, interpelando las explicaciones geocéntricas en oposición con el sistema de relaciones saber - poder epocal. Hizo falta una gran producción filosófica y científica posterior como la de Descartes, Galileo, Liebniz y Spinoza para superar la crisis intelectual instalada por Copérnico.

En la Modernidad (S XVI a XX) con el espíritu científico afloró un prototipo de racionalidad plena y se percibió la ciencia como modelo de conocimiento superior en el que Razón y Verdad fueron consideradas semejantes. La ciencia según Cassirer (1945) fue un producto tardío y característico de la cultura que constituyó un sistema de poder redescubierto y restaurado en el Renacimiento, considerado el máximo conocimiento por su objetividad y porque incluyó un nuevo orden lógico de verdad que reemplazó a la metafísica clásica y a la teología medieval. El mismo autor utilizó para ejemplificar la seguridad y firmeza del pensamiento científico la frase de Arquímedes: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” (p. 305).

En el desarrollo de la filosofía occidental y del conocimiento científico no hubo conciencia del vínculo entre poder y verdad y por este motivo se proyectó el conocimiento como una relación supuestamente pura entre un objeto y un sujeto neutral y aséptico, sin reparar en las vinculaciones entre Saber y Poder. La concepción de que una ciencia neutra “es una ficción y una ficción interesada que permite considerar científica un forma neutralizada y eufemística … de la representación dominante del mundo social Bourdieu, (2000 p.47)

Dentro de este contexto la psicología, surgida en el siglo XIX se constituyó en alineación con el discurso de las ciencias naturales sostenido por el paradigma positivista. La nueva disciplina tuvo como propósito reencontrar en el hombre la prolongación de las leyes de la naturaleza, con el objetivo de constituir un conocimiento científico sostenido sobre bases cuantitativas y verificación experimental en afinidad con el modo imperante en la época. La historia del siglo XX de la Psicología va a ser según Foucault (1957) una historia paradojal surgida de las contradicciones entre la pretendida exactitud de las ciencias de la naturaleza y al mismo tiempo el reconocimiento de la existencia del psiquismo como algo distintivo del hombre, lo que condujo a la necesidad de creación y utilización de una aparatología experimental y metodológica que hiciera accesible el conocimiento de lo psicológico.

Discursos y saberes

Mucho más recientes las contribuciones del filósofo francés Foucault, (1971) fueron las que han permitido visibilizar la ciencia como un producto histórico cultural, permitiendo desmitificar la Razón científica como Razón universal.

Siguiendo el pensamiento de este autor Razón y Verdad pasaron a ser construcciones históricas inmanentes, determinadas por las prácticas sociales de cada época y comprometidas con los discursos considerados confiables, de acuerdo a relaciones entre Saber y Poder.

El Saber Foucault, (1976) lo definió como una manera histórica de ordenar el mundo, de establecer relaciones entre las palabras y las cosas, como consecuencia no serían posibles espacios de conocimiento independientes de vinculaciones con el poder.
En línea con la concepción del signo lingüístico de Saussure, suscribió la idea de arbitrariedad de las relaciones entre significado y significante sosteniendo que lenguaje y pensamiento eran realidades fusionadas. El lenguaje no expresa la realidad sino que la constituye, no existirían por un lado “las cosas” y por el otro “las palabras”. La lengua preexiste a los sujetos parlantes, el hombre es hablado por ella y para comunicarse tiene que ceñirse a un código que no ha inventado ni puede modificar.
Fue el mérito de Foucault señalarnos que los saberes se constituyen sobre el lenguaje y que las ciencias humanas componen modelos de una misma estructura a la que denominó campo epistemológico o episteme, haciendo con ello referencia a la determinación histórica de las condiciones de posibilidad de un saber. Con la episteme analizó las producciones discursivas como un conjunto de relaciones que en cada época une las prácticas discursivas. Reconoció diversas episteme: Renacentista, Clásica y Positivista que determinaron diferentes configuraciones del saber.
El método que el autor utilizó para conocer el orden primero de los órdenes fue la arqueología, que recorta un campo posible de saber dentro de la experiencia cotidiana otorgando poder teórico a la misma y definiendo las condiciones en que se sustenta un discurso. Con este método pudo detectar las leyes que gobiernan las prácticas discursivas. Describió un fundamento impensado, por lo tanto naturalizado del saber que impediría su objetivación, al respecto nos señala Terán (1985 p. 12) “el propio código desde el que se construye lo real permanece invisible: no es posible ver el campo visual y la visión al mismo tiempo, ya que esta última permanece como un trasfondo discursivo impensado e impensable y sobre el que no se puede preguntar puesto que es al condición de posibilidad de toda pregunta”. Para comprender mejor esta explicación el mismo autor aporta del filósofo Canguilhem el siguiente párrafo “una cultura es un código de reordenamiento de la experiencia humana bajo una triple relación: lingüística, perceptiva y práctica; una ciencia o una filosofía son teoría e interpretación del orden, pero no se aplican directamente a la cultura sino que suponen la existencia de una red o de una configuración de formas de aprehensión de las producciones de la cultura que constituyen ya, en relación con esta cultura, un saber que está mas acá de las ciencias o de las filosofías” (p.11)
El discurso para Foucault es un conjunto y secuencia de signos enunciados sometidos a reglas de formación semejantes. Es un conjunto de hechos lingüísticos en determinado nivel y polémicos y estratégicos en otro. El discurso es el que permite unificar y articular un conjunto de fenómenos heterogéneos que no estaban destinados naturalmente a juntarse.
En su estudio sobre la Historia de la locura en la época clásica, Foucault, (1961) analizó la escisión practicada en la cultura entre lo que se concibió normal y lo patológico, demostrando como los locos fueron expulsados, excluidos a partir de juicios clasificatorios inventados históricamente. Demostró como en el Renacimiento la locura fascinaba y atemorizaba ya que en ella se percibían fuerzas cósmicas ocultas, posteriormente en la época Clásica desapareció esta concepción y se construyó otra que la equiparó con la falta de razón y con un problema moral -falta y defecto- se la relacionó y agrupó con otras figuras sociales: enfermos venéreos, homosexuales, alquimistas, etc., de esta forma se hallaron similitudes con “otros” que la cultura anterior no había encontrado. Esto requirió de un poder disciplinario que tuvo además un efecto clasificador realizado a partir de valores morales negativos como: ocio, libertinaje, enfermedad, locos, la consecuencia fue el encierro en asilos de los sin razón y los otros.
Sigue su explicación argumentando que la invención de la locura clásica fue consecuencia de la disolución de lazos entre los pobres y los locos, producto del naciente capitalismo, sistema que necesitaba que la población trabaje generando capital. En esa época SXVIII se separan los locos (improductivos) que siguen encerrados, de sus antiguos colegas (pobres, libertinos) que sí podían trabajar. La pobreza pasó a formar parte de la economía y la locura pasó a ser apropiada por discursos médicos-clínicos que establecieron límites entro lo considerado normal - anormal y se constituyó como enfermedad mental. Podemos ver como se produce un cambio de la locura como exceso cósmico al discurso moral para encarnarse finalmente en el discurso médico y como los diferentes criterios se constituyeron como productos históricos sobre criterios clasificatorios y excluyentes. Fenómenos que no estaban juntos -extra discursivos - heterogéneos se condensaron en un discurso, la construcción de un discurso funda relaciones que no estaban constituidas anteriormente, advertimos como algo aparentemente “natural” ha sido inventado, constituido históricamente.
Hemos visto que el discurso implica la articulación de objetos heterogéneos y según nos plantea Foucault desde su existencia el discurso plantea la cuestión del poder y está entrelazado con el poder, propuso que el poder y el saber deben reconectarse para poder construir una historia

Dispositivo Saber Poder
Observamos que este autor expresó afectaciones e interrelaciones entre Saber y Poder, idea completamente novedosa y diferente a la concepción moderna del conocimiento, que lo pensaba con atributos de objetividad y neutralidad, aséptico e independiente de estructuras políticas y económicas.
Con respecto al poder, Foucault (1976 p. 204) escribió: “El Poder, es un bien que, por naturaleza, es objeto de una lucha política”. Hizo referencia al mismo analizándolo como una relación de fuerzas desigual y asimétrica que circula por el cuerpo social, como consecuencia de esto toda relación que se ejerce para este filósofo, es una relación de poder.
Por otra parte Foucault también mostró que los poderes requerían verdades y saberes para sostenerse, para el autor no se mantendrían los poderes sin el sustento de una verdad. Además no existiría una sola forma de poder, sino que coexisten distintos tipos de poder: gubernamental, familiar, escolar, efectivo, religioso, etc. y cada uno de estos defiende lo que considera verdadero para sí.

Advirtió que la actividad científica conformaba un Dispositivo de Saber Poder. El dispositivo Foucault, (1991 p. 128) lo definió como: "Un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones morales, filosóficas, filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no - dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos". Los dispositivos surgen en un momento histórico dado, para responder a una urgencia social, por lo que tendrían una posición estratégica dominante. Ej.: Manicomio, fábrica, cárcel, etc.

Foucault eligió para algunas de sus disertaciones y análisis las disciplinas sociales por su bajo perfil epistemológico, con esto hizo referencia a que la producción de estos discursos no estarían validados por dispositivos de saber y poder, que por ejemplo sí corroboraron la producción de otros saberes, como el de las ciencias naturales.

Lo interesante de Foucault fue que propuso que no existiría una verdad inamovible, sino que las prácticas sociales de cada época generarían saberes considerados sensatos y confiables. Siguiendo esta línea de pensamiento la racionalidad no sería científica, tal como se pensaba en la Modernidad, sino una racionalidad político - social. Así expresó que un régimen de verdad era consecuencia de un sistema político, económico y social. Foucault determinó un espacio teórico de la racionalidad al que llamó Episteme que ya hemos desarrollado, como un espacio referido a las condiciones eventuales de los saberes y discursos de una época histórica determinada. Como consecuencia la historia y el desarrollo de los saberes no serían un simple camino independiente, sino que las condiciones económicas, políticas, sociales y epistemológicas posibilitarían un tipo de discurso con una validación y legitimidad insertada en formas simbólicas en una cultura, como consecuencia de un dispositivo saber poder.

Desde esta postura podemos inferir que en diferentes épocas los conceptos y las significaciones se han formado sobre discursos y prácticas sociales, siendo por lo tanto productos de una construcción histórica, no exenta de factores de poder que influirían en el desarrollo y validación de dichos saberes.

Este marco teórico nos posibilita pensar críticamente la producción de saberes en el campo de la Psicología y de esta manera poder analizar las relaciones con espacios de poder epocales que: posibilitaron, sustentaron, censuraron y/o cuestionaron algunas de sus producciones y prácticas en el transcurso de la historia de la Psicología.


Identidad de la Psicología

El nacimiento de la Psicología fue producto de la separación del conocimiento filosófico en dos líneas de pensamiento: una racionalista, sostenida en el dualismo y el intelectualismo y la otra empirista, fundada en la experiencia y la asociación. La psicología surgió con la convergencia de estos dos enfoques. La mayoría de los historiadores de la disciplina acuerda que sus inicios fueron en el año 1879, en la Universidad de Leipzig, Alemania, de la mano de Wilhelm Wundt (1832-1920) quien fundó el primer laboratorio experimental que tuvo como objeto estudiar los procesos psicológicos básicos. La constitución de esta Psicología experimental posibilitó investigar en forma directa la relación entre los fenómenos mentales y los físicos.

Cuando se instituyó la Psicología como disciplina se pensó que seria posible abordar el estudio de los procesos psicológicos con experimentos que copiaran las técnicas utilizadas por las ciencias naturales según el positivismo que era paradigma de la ciencia de la época pero, como desarrolla (Colombo, 2000) hubo diferencias desde los comienzos de esta historia en el uso de métodos . El mismo Wundt tuvo reservas en la utilización del método de la introspección para la investigación de los procesos psicológicos superiores como el pensamiento, memoria, sentimientos, etc. pero no lo descartó para los procesos básicos como la percepción

En esta misma historia encontramos otros autores, uno de ellos Wilheim Dilthey, sostuvo que la Psicología debía abandonar la búsqueda de leyes generales para abordar los procesos psicológicos del hombre y que el esfuerzo debía ponerse en lograr una Psicología que capte la complejidad única del individuo. Dilthey creía firmemente que no podía reducirse la complejidad de la naturaleza humana a tiempos de reacción medidos cuidadosamente o a relatos introspectivos detallados como pretendía la psicología experimental.

Si bien ha habido muchos cambios en la historia de la Psicología desde los tiempos de Wundt y Dilthey, estos dos enfoques han prevalecido generado psicologías explicativas y/ o psicologías descriptivas. Fue común en las primeras décadas del siglo XX encontrar numerosos trabajos que hacían referencia a esta diversidad, expresada como “crisis de la psicología” Stern, (1900) que describe las discusiones, objetos, métodos, status, supuestos teoréticos y relevancia práctica de la psicología. Por otra parte encontramos autores, como señala Cole, (1999 p. 42) que trataron de “reconciliar las afirmaciones contrapuestas de la ciencia natural y la ciencia humana” buscando puntos de contacto entre estos enfoques.

Si revisamos las versiones de la historia de la psicología que aparecen en diferentes textos descubrimos que el vocablo psyché , ha sufrido transformaciones semánticas y se ha encarnado en diferentes objetos, conceptos y significaciones, aludiendo a distintos fenómenos como: mental, psíquico, conciencia, sentido interno, cognitivo, inconsciente, conocimiento, etc. Los diferentes sentidos se expresaron en posturas, enfoques, escuelas, teorías, que en general trataron de objetivar, en mayor o menor medida, el estudio del campo de lo psicológico.

La psicología de los años 20 y 30 se caracterizó por lo que se llamó la lucha de las escuelas, donde las producciones se oponían entre sí y cada una aspiraba a ser “la Psicología”. Todo esto ocasionó que el proceso histórico de la psicología estuviera impregnado de polémicas, discusiones, que obraron una controversia en su identidad, no pudiéndose en muchos caso superar el conflicto instalado en algunos de sus autores acerca de su ubicación en el campo del conocimiento.

¿Dónde podríamos incluir la psicología, dentro de las ciencias naturales o de las ciencias sociales? Esta pregunta nos introduce en algunos de los problemas epistemológicos a que se ha enfrentado la disciplina. Si incluimos a la psicología dentro de la Ciencias Sociales encontramos un problema, en estas ciencias no existe consenso acerca de la definición de su objeto de estudio e incluso existen diversidades en las tareas de investigación entre las diferentes disciplinas que las integran: Ciencias de la Educación, Sociología, Antropología, Historia, Psicología, etc. Si tomamos por ejemplo: el concepto “hombre” como objeto, es una categoría tan amplia y peculiar, que es abordable desde variadas y múltiples perspectivas: su cultura, su lenguaje, su pensamiento, su interacción social, su conciencia, etc.

Hemos visto que una característica de la Psicología es su pluralidad, diversidad tanto de objetos, como de métodos, por lo que incluir la psicología dentro de las Ciencias Naturales, significaría acotarla a una ¨unidad¨ cercana a un ideal de conocimiento objetivo y valorado socialmente como científico, pero plantearía un problema difícil de resolver en el heterogéneo espacio de lo psicológico.

Por otra parte en el caso de la Psicología, parece importante destacar: ¿es posible abordar como objeto de estudio la conciencia, los procesos psicológicos o la actividad mental, del mismo modo en que se estudian los seres vivos o los astros? esta pregunta nos conlleva a delimitar brevemente posturas epistemológicas que nos ayuden a entender los discursos y producción de saberes dentro del denominado Campo de lo Psi. Con esta expresión se hace referencia al conjunto diverso y heterogéneo de posturas teóricas, escuelas, marcos epistémicos que surgieron en la Psicología durante el siglo XX con el propósito de explicar, describir y / o comprender la actividad psicológica.


¿Epistemología o Epistemologías?

Para acercarnos a reflexionar sobre el espacio epistemológico de la Psicología se hace necesario acordar qué se entiende por epistemología y si es posible hablar de epistemología o de epistemologías.

El epistemólogo Klimovsky, (1994) refiere a la epistemología como un estudio sobre las condiciones de producción y también de validación del conocimiento que se considera científico. Siguiendo la postura de Klimovsky entendemos la epistemología como una disciplina que adoptaría una postura de vigilancia crítica y de observación a todo el campo de producción de la ciencia. La tarea del epistemólogo, sería examinar de la forma más objetiva posible cada teoría o conocimiento y preguntarse sobre la credibilidad de lo que afirman los científicos.

Por otra parte es pertinente aclarar que no existe unidad en epistemología pudiéndose adoptar diferentes posturas. En este sentido se puede hablar de epistemologías con diferentes matices que discuten sobre la naturaleza de la ciencia manteniendo entre sí posturas diversas y a veces controvertidas. Encontramos epistemologías convenientes a los modos de producción del conocimiento científico de las ciencias naturales que abordan objetos directos y empíricos, influenciadas por el Empirismo con pregnancia en el ámbito de producción anglosajón.

En esta línea abordamos dos posturas: el Positivismo y el Neo Positivismo, que integran las llamadas Epistemologías naturalistas o explicativas y comparten la idea de que el conocimiento científico es un saber continuo, acumulativo y lineal, derivado o bien de la observación o de problemas que deben ser justificados.

Pero además existen posturas epistemológicas que posibilitan abordar formas de conocimiento específico de las ciencias sociales y humanas, en algunos casos incluyen lo histórico como dimensión y destacan la importancia de lo subjetivo, como el Historicismo de Dilthey, en Alemania.
.
Además líneas que proponen el conocimiento de manera indirecta, discontinua, con objetos teóricos, abstractos y posibles de construir con el pensamiento, como el Racionalismo Dialéctico de Bachelard, en Francia. Estas últimas posturas son importantes para analizar porque permiten encontrar espacios epistemológicos y posibilitan formas de validación de producciones y discursos de la psicología como así también de otras ciencias sociales y humanas.

Positivismo

El término Positivismo fue acuñado por Augusto Comte (1798-1857) y se originó en el rechazo a la metafísica y la especulación en filosofía, defendiendo la aplicación de los métodos de las ciencias naturales como los únicos válidos. Permitió una separación entre lo que llamaron conocimiento científico de lo que no lo era. Definieron una forma de conocimiento científico, cuyas funciones principales eran la observación de los hechos, la descripción y la formulación de leyes que expresaran los fenómenos. Se basaron en la Lógica Inductiva, un saber que generaliza a partir de proposiciones particulares.

La influencia de la Filosofía Positivista en la Psicología de la última mitad del siglo XIX, ha sido determinante en su desarrollo inicial como ciencia empírica y experimental. Autores como Wundt, Kulpe, Titchener, son exponentes claros del intento de realización de una psicología según el paradigma Positivista.

Otro ejemplo de comienzos hasta mediados del Siglo XX, fue el Conductismo. Esta teoría que en diferentes variantes fue hegemónica en los EE.UU., pretendió ser objetiva, experimental e intentó reducir la psicología a una ciencia natural. Si analizamos el Conductismo, bajo el prisma de relaciones Saber y Poder, vemos que su hegemonía se debió a su cercanía al conocimiento considerado confiable por prácticas sociales de la época urgidas de teorías efectivas que modificaran conductas y permitieran “adaptar” a los individuos a una sociedad en plena transformación capitalista finalizada la primera guerra mundial.

Neo Positivismo

Entendemos por Neopositivismo a las posturas epistemológicas surgidas a partir del llamado Círculo de Viena (1930), como críticas al Positivismo. Para estos modelos, la ciencia no parte de la observación, sino de la resolución de problemas. Estos problemas se definen por el estado de conocimiento de la ciencia en determinada momento, que aun no tienen respuesta pero que pueden ser explicados con procedimientos de la ciencia. Frente a un problema el científico elaborará hipótesis como intentos de solucionar los que se quiere investigar, lo que será necesario contrastar.

Uno de sus principales exponentes fue Karl Popper (1902-1994) quien se apoyó en el Método Hipotético Deductivo. Su epistemología se basa a grandes rasgos en:

Antiinductivismo: No hay fundamento lógico para derivar enunciados universales de enunciados particulares, se oponen a la lógica inductiva. Popper propone el método deductivo de la puesta a prueba y critica el inductivismo
Carácter Hipotético del Conocimiento Científico: El conocimiento científico no puede verificarse positivamente de forma alguna, todos los enunciados son suposiciones, cuya verdad es una conjetura provisoria.
Falsacionismo Metodológico: Las teorías científicas al ser hipótesis, deben ser refutables, falsables para tener estatuto de ciencia. Se reconoce como científica toda proposición susceptible de ser puesta a prueba. En el caso de que no se puedan refutar, se mantendrán como la mejor explicación que se puede tener hasta ese momento.

Transcurriendo la segunda mitad del siglo XX, la naciente Psicología Cognitiva, utilizó la analogía “Mente Procesador” para explicar el funcionamiento mental de forma experimental a través de un modelo posible de formalizar, conforme a los requisitos de producción del conocimiento científico del Empirismo Lógico, valorado y considerado confiable por los dispositivos de Saber Poder de la época en el ámbito anglosajón. Al respecto dice Estanny, A (1999 p. 160) “La teoría computacional proporcionó una garantía de que la imaginación teórica no excede los límites de la posibilidad física y las demostraciones experimentales mostraron un caso convincente de que las ideas computacionales podían aplicarse a los seres humanos”.

Historicismo

A fines del siglo XIX surge un movimiento en Europa de fuerte raíz antipositivista que defendió el espacio de la creatividad, la producción de la cultura, la libertad, la moral, etc, representado por el espiritualismo alemán, a través de Dilthey (1833-1911) con el Historicismo. Para este autor la investigación de las ciencias humanas y sociales, era básicamente histórico - cultural. El hombre pasó a ser un punto de intersecciones múltiples entre la sociedad, la época en que vivía y la historia universal, tal como lo expresa en su tesis sobre lo que el hombre es, que sólo se lo puede experimentar a través de la historia”

Aporta la idea de verstehen o comprensión y la de interpretación o hermenéutica, esta última adquiere la dimensión de método de la ciencia social. La idea de comprender era básicamente comprender dimensiones subjetivas de otro en tanto un sujeto como uno y no un objeto. La propuesta era que el investigador se ubique en el lugar del sujeto para entenderlo, por ejemplo: ponerse en el lugar de Julio Cesar para reproducir con la imaginación la situación particular de Julio Cesar. Comprender incluye la idea de que todo estado mental real produce un resultado, por eso es de alguna forma reconstruir estados psicológicos de otros. En cambio la interpretación remite de la apariencia a la esencia. Del producto cultural, de lo que se ve reflejado en una cultura a la esencia de esa cultura; a los motivos, intenciones de los sujetos que produjeron esos productos.

Esta postura reclamó un enfoque propio para las ciencias sociales, otorgando un papel importante al sujeto cognoscente que con su experiencia personal forma parte del objeto de investigación inserto en una perspectiva histórica.

Dilthey fue un critico de la psicología académica de finales del siglo XIX, representada por Wundt y sus seguidores, el proponía construir una Psicología Descriptiva que pudiera captar la complejidad de lo humano con todas su particularidades e idiosincrasias, comprendiendo la vida psíquica desde el terreno individual. Creía que la psicología podía servir como ciencia fundadora de todas las ciencias humanas. La empresa de la psicología no debía concentrarse en experiencias de laboratorio ya que estas resultaban parciales fuera del contexto en que ocurrían, rechaza así los enfoques explicativos que según su opinión abarcaban solo una parte de la vida mental.

La psicología para Dilthey tenía que estar subordinada a un enfoque histórico social, que se basara tal como lo describe Cole, M (1999 p. 41) “en un análisis de los procesos mentales de la vida real, incluidos tanto los procesos recíprocos entre las personas como los pensamientos de los individuos”. Este punto de vista propició una descripción psicológica adecuada y completa que posibilitaba captar la complejidad de la naturaleza humana desde una dimensión histórica, reconociendo relaciones entre la experiencia personal del sujeto que conoce y el objeto a conocer.

Podemos observar que en este enfoque la comprensión de la realidad se hace visible a través de lo histórico, teniendo una gran diferencia con las epistemologías naturalistas desarrolladas en los puntos anteriores que proyectaban el conocimiento como el producto de una relación pura entre un objeto y un sujeto imparcial y aséptico.

Epistemología Racionalista dialéctica

A continuación ofreceremos otra postura epistemológica en este caso proveniente del Racionalismo Dialéctico, representado por la figura de Gastón Bachelard (1884-1962), quien advirtió sobre el carácter complejo de las teorías científicas. Este autor planteó que el conocimiento es preguntarse sobre un problema y que no se conoce en forma espontánea, sino que el conocimiento se construye. Amplió el carácter de la razón, para lo cual utilizó el psicoanálisis como herramienta que posibilitó dilucidar los mecanismos subjetivos, inconscientes que determinan el conocimiento. Propone “psicoanalizar la razón”, para superar obstáculos que son intrínsecos al conocimiento.

Definió obstáculos como entorpecimientos y confusiones que aparecen en el acto de conocer que sólo serán superados con la creación de nuevos conceptos que permiten construir teorías diferentes de las que se ha partido. Discriminó tipos de obstáculos entre ellos:
a) Experiencia Básica: La observación aparece concreta y accesible, por lo que se cree que describiéndola se la comprende. El conocimiento empírico esta cargado de valoraciones sensibles que impiden la abstracción. Pero entre la observación y la experimentación no hay continuidad sino ruptura.
b) Opinión: La asoció con el uso, la utilidad, un acercamiento al objeto que impide su conocimiento, esto es poder pensarlo en términos abstractos. Para conocer es necesario destruir la opinión y pensar en términos abstractos.

Otro concepto importante para el autor es el de vigilancia epistemológica, sin la cual es imposible la actividad científica. Vigilar significó ir de lo real a lo artificial, de la representación a la abstracción.

La epistemología racionalista aceptó como válidos los objetos construidos racionalmente, superando los obstáculos del pensamiento y del engaño de valerse de la observación y de la experiencia como método fiable de las ciencias naturales.

Bachelard también introduce el concepto de ruptura epistemológica. Una ruptura se produce cuando en una teoría se advierten relaciones que no corresponden con ese campo teórico, lo que a veces lleva a construir una teoría decididamente diferente sin ningún punto en común con la anterior.

Para que se entiendan mejor algunos conceptos de esta teoría lo ilustraremos con el nacimiento del Psicoanálisis de la mano de Sigmund Freud (1856-1939) En sus primeros momentos Freud fue advirtiendo dificultades en la neurología para explicar problemas psicológicos en los que estaba interesado. Experiencias con sus pacientes lo llevaron a superar obstáculos epistemológicos (provenientes de sus opiniones, experiencias básicas, formación profesional previa) y así poder configurar algunas primeras nociones que le posibilitaron entender y aliviar a sus pacientes. Posteriormente lo llevaron a la creación, construcción de conceptos nuevos que no tenían ya ninguna relación con el discurso médico neurológico del que partió. Así con el tiempo llegó a constituir el universo teórico del Psicoanálisis.

Hablamos entonces de ruptura epistemológica cuando se disuelven unidades conceptuales previas, producto de una conmoción tal que lleva a construir una teoría drásticamente diferente de aquélla de la que se partió.


Conclusiones

Hemos visto como la influencia de posturas epistemológicas se vio reflejada en la pretensión de explicar y objetivar la producción de conocimientos en la Psicología, aunque el transcurrir de más de un siglo de historia en su haber, con prácticas, discursos, teorías, escuelas ya es a nuestro entender, infructuoso plantear polémicas acerca de la cientificidad de la Psicología. La Psicología, según señala Rosa, (2004) se halla en una encrucijada entre disciplinas diferentes las ciencias humanas, las sociales y las naturales y sus funciones serían hacer de interfaz entre ellas.
Desde su constitución, hasta la actualidad creemos que la Psicología ha justificado su lugar en la producción de discursos considerados científicos acompañados de prácticas reconocidas y aceptadas como eficaces y confiables, por lo que resulta incuestionable que la disciplina posee un espacio, un área de problemas delimitados, un campo dentro de los que es posible recortar, definir y construir diferentes objetos de estudio y métodos abordaje

Ubicamos la Psicología como una disciplina productora de saberes y creemos necesario alejarla de la sospecha acerca de sus criterios de cientificidad según un modelo hegemónico de conocimiento científico que respondió a dispositivos de saber poder.

Resulta oportuno recordar que Verdad - Poder y sus correspondientes discursos, han sido interrelacionados histórica – políticamente y que en la historia del pensamiento y conocimiento se han valorado algunos de ellos, mientras otros han sido repudiados o criticados bajo estos criterios.

La Psicología como otras ciencias sociales, en muchos casos trató de cumplir con requerimientos epistemológicos considerados confiables y avalados por Dispositivos de Saber Poder. El epistemólogo de las ciencias sociales Shuster, F (1995 p. 11) al respecto escribe: “La epistemología (...) de la ciencia durante mucho tiempo apareció como un esquema prefijado que nos daba recetas para operar científicamente y siempre se ha recurrido a la epistemología bajo esta guía milagrosa, casi alquímica que nos convierte en legos e inexpertos científicos”.

Nos parece oportuno como reflexión apelar a un párrafo de Emmanuelle, E (2002 p.49) quien oponiéndose al modo hegemónico de conocimiento del positivismo que buscó la homogeneidad en la unidad, la verdad o la falsedad como sistema binario, nos propone como alternativa: “Resituar hoy el campo psi sin anhelos de demarcación de ciencia unitaria (...) sino como discurso, como campo de saberes y prácticas (...) cuyas objetivaciones heterogéneas atraviesan umbrales diversos... ¨

Finalmente creemos necesario ubicar el Campo de lo Psi, como espacio de saberes y prácticas, con métodos y objetos que conforman un territorio de posiciones divergentes que deben ser interrogadas y analizadas bajo la trama Saber - Poder - Verdad.




Bibliografía
- Bourdieu, P. (2000) Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires. Nueva Visión.
- Cassirer, E. (1945). Antropología Filosófica. México. Fondo de Cultura Económica
- Bachelard, G. (1984). La formación del espíritu científico. Buenos Aires. Edit. Siglo
XXI.
- Braunstein, N. y otros (1985) Psicología, ideología y ciencia. México. Edit. Siglo XXI.
- Canguilhem, G. (1968) ¿Qué es la Psicología? en Etudes d'histoire et de philosophie des
sciences. París. Vrin.
- Cole, M. (1999). Psicología Cultural. Madrid. Morata.
- Colombo, M: E. (2000). La psicología y su pluralidad. Buenos Aires. Eudeba.
- Cosnier, J. (1973). La Psicología ¿una ciencia? en Claves para la Psicología. Barcelona.
Edit. Los libros de la frontera.. .
- Díaz, E. (Editora) (2000) La Posciencia. Buenos Aires. Biblos.
- Emmanuelle, E. (2002) Cartografía del Campo Psi. Buenos Aires Lugar Editorial.
- Estanny, A. (1999). Vida, muerte y resurrección de la conciencia. Barcelona Paidos.
- Ferrater Mora, J. (1983) Diccionario Filosófico de bolsillo. Alianza. Buenos Aires. - - --
- Foucault, M. (1957). La Psicología entre 1850 a 1950. En D. Huisman y A. Weber,
Histoire de la philosophie européenne, T. II. París, Librairie Fischbacher, 1957.
Reproducido en M. Foucault, Dits et écrits, París, Gallimard, 1994, T. I.
(1976) Historia de la locura en la época clásica. Mexico. FCE
(1976) Arqueología del Saber. Siglo XXI. México.
(1995) Discurso Poder y Subjetividad, en Terán, O. (comp.) Buenos Aires.
El cielo por asalto..
- Heidbrerder, E. (1960) Psicologías del siglo XX. Buenos Aires. Edit. Paidós. .
- Klimovsky, G. (1994). Las desventuras del conocimiento científico. Buenos Aires. AZ
Editora.
- Khun, T. (1986). La estructura de las revoluciones científicas. Madrid. Edit. F.C.E.
- Nordby, V. y Hall, C. (1979) Vida y conceptos de los psicólogos más importantes.
México. Trillas.
- Scaglia, H. (2000). Conceptos preliminares. Buenos Aires Eudeba.
(2000). Algunos conceptos para enmarcar el estudio de lo psicológico.
Buenos Aires. Eudeba.
- Schuster, F. (1995) “Exposición”, El oficio de investigador. Buenos Aires. Homo
Sapiens Ediciones, IICE. .
- Yánez Cortez, R. Producción de sujeto en Gaceta psicológica Nro. 94. Año 93. 30 a 33